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“Rubén, mi hijo era un joven muy bien parecido y las chicas siempre lo llamaban, lo buscaban, pero él, a pesar de tantas atenciones, lo que quería era terminar sus estudios para ser médico como su padre” “Un día, mi hija vino a visitarme con una amiga y allí empezó todo. La jovencita comenzó a venir más seguido y conversaba mucho con mi hijo, y, como nunca presté mayor atención, mi hijo comenzó a tomarle atención y comenzó el romance”. “Ya mi hijo estaba más preocupado en salir con la chica que estar con sus estudios. Un día mi esposo le dijo a Franki: “Si deseas ser médico y estudiar en Harvard tus calificaciones tienen que ser buenas”. Mi hijo reaccionó y terminó su relación con la chica”. “Pasó un año, exactamente, un año y cuatro meses sin ver a la chica. Franki estaba muy concentrado en los estudios, hizo unos trámites para continuar sus estudios en Harvard y lo aceptaron. Todos estábamos muy contentos y orgullosos de tal logro. Hicimos una reunión con sus amigos más cercanos y aparece de nuevo la joven. Ella empezó con sus coqueteos e insinuaciones, pero mi hijo la ignoraba”. “Ya en la universidad de Harvard, su primer año transcurrió bien. Él estaba contento y destacaba entre los mejores estudiantes de su clase. Sin embargo, el segundo año, no sabíamos qué le pasaba. No se comunicaba con nosotros. ¡Estábamos preocupados! Fuimos a visitarlo, y allí estaba la chica muy acaramelada con mi hijo. A los pocos meses, dejó de estudiar, comenzó a fumar y tomar, dejó el gimnasio y, lo más terrible, dejó la universidad”. “Un día lo llamé y le pregunté por qué había cambiado tanto, a lo que él me respondió que no sabía, que quería volver a estudiar, pero había algo que no lo dejaba. Quería hacer deportes, pero se desanimaba. Mi hijo dejó de ser el muchacho atractivo y de los sueños de ser un médico. Ahora solo pensaba en esa chica […]”.“Rubén, no sabes, me he pasado buscando respuestas sobre el cambio de mi hijo, pidiéndole a Dios, me ayude a encontrar la respuesta, y de un momento a otro, seis o siete días atrás, me saltó en internet un artículo de usted acerca de la brujería donde preguntaba: “¿existe la brujería?”. Le confieso que entré en dudas si debía contactarlo o no. Soy una mujer cristiana y la biblia nos dice no creer en la astrología ni en las supercherías, pero yo le había pedido a Dios, me ayude a encontrar a la persona que pudiera ayudarme, y me apareció su artículo. Ayúdeme, señor […], yo creo que esta joven le hizo brujería a mi hijo, que algo le dio seguro en una bebida. Estoy desesperada, por favor ayúdeme”.
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